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AZÚCARES: CÓMO INTOXICAMOS A LOS NIÑOS SIN SABERLO

Los científicos advierten del peligro de bebidas azucaradas y productos procesados que reducen la esperanza de vida de los menores

BEATRIZ PORTINARI
4 SEP 2016

Todo empieza con los cereales industriales, galletas o magdalenas del desayuno y el sándwich con zumo envasado que metemos en la mochila para el recreo. Que se suma a una lata de bebida carbonatada, batidos, algún bollo industrial para la merienda y en ocasiones pizza, salchichas, hamburguesas y sus salsas, conservas o cualquier otro producto procesado que nos permite solucionar rápido una cena. Las prisas hacen que no nos fijemos en la cantidad de azúcar añadido que estamos sumando gratuitamente a la dieta de los más pequeños y pone en riesgo su salud. No se trata solo de caries y obesidad, sino de las enfermedades derivadas que -según la comunidad científica- van a provocar la primera generación de jóvenes con una esperanza de vida menor que sus padres por los malos hábitos alimentarios.

“El problema que tenemos en España es una falta de conciencia crítica y falta de costumbre de leer e interpretar los etiquetados de los productos. Asociamos el azúcar al que se toma a cucharadas, pero no nos damos cuenta de que existe otro azúcar peligroso que está escondido y disimulado. Incluso los productos que dicen “sin azúcar añadido” son engañosos porque si vemos su composición comprobamos que no es verdad. Es imposible que un zumo envasado no lleve algún edulcorante. La legislación del etiquetado debería ser más restrictiva para que obligase a las compañías a declarar la cantidad de estos compuestos y su riesgo para la salud”, señala la doctora María Ballesteros, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Y añade: “Con estos malos hábitos, que estamos inculcando a los niños, ponemos en riesgo su salud. Hay tipos de obesidad muy dañinos que tienen signos menos evidentes: no se trata solo de coger unos kilos. Además de la tremenda tasa de obesidad infantil que tenemos, los estudios han demostrado que estos azúcares añadidos aumentan las posibilidades de sufrir síndrome metabólico y enfermedades derivadas como cardiopatías, hipertensión, diabetes y cáncer que reducirán su esperanza de vida”.

¿Sabemos realmente a cuántas cucharas de azúcar equivalen los productos que consumimos? La respuesta es no. En muchas etiquetas solo se advierte en general la presencia de sacarosa, fructosa, dextrosa, pero no la cantidad exacta. Algunas iniciativas -como esta cuenta de Instagram- señalan la equivalencia, pero recomiendan revisar siempre el etiquetado. Por ejemplo, una cucharada de salsa de tomate para hamburguesa equivale a cuatro cucharas de azúcar, mientras un refresco contiene entre 20 y 30.

La muerte edulcorada

La Asociación Americana de Corazón acaba de publicar en la revista Circulation el estudio Added Sugars and Cardiovascular Disease Risk in Children, con la recomendación de reducir en niños el consumo de azúcares añadidos -sólidos o líquidos-a menos de 25 gramos al día, lo que equivaldría a 100 calorías o seis cucharitas de azúcar. La investigación, dirigida por Miriam Vos, experta en nutrición y profesora asociada de pediatría en la Escuela Universitaria de Medicina de Emory (Atlanta, Georgia), también recomienda reducir el consumo de bebidas azucaradas a menos de 23 centilitros semanales. Una sola lata ya contiene 33 centilitros.

Estos datos siguen la línea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en 2015 lanzó una directriz mundial para reducir la ingesta de “azúcares libres” (distintos de los “intrínsecos” y saludables que encontramos de forma natural en frutas y verduras) al 10% y 5% de la ingesta calórica total. También confirman las advertencias del estudio publicado el año pasado que cifraba en más de 180.000 muertes anuales derivadas del consumo de bebidas azucaradas. Precisamente un equipo de investigadores españoles pertenecientes a la red CIBEROBN del Instituto de Salud Carlos III acaba de publicar en la revista Journal of Nutrition un informe en el marco del Estudio PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea), que señala directamente a las bebidas azucaradas -incluyendo bebidas light y zumos de fruta envasados- como causantes del aumento del riesgo a sufrir síndrome metabólico.

“Estamos en un contexto casi de tintes bélicos en el que observamos por una parte a las empresas con intereses económicos en la industria azucarera y de productos procesados, que nos fuerzan a consumir más azúcar a pesar de conocer las enfermedades metabólicas que vamos a sufrir en un futuro. Y por otra parte tenemos las administraciones con su política de brazos caídos que no controlan ni legislan para evitar este consumo masivo”, advierte Juan Revenga, Biólogo miembro de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN) y profesor de Ciencias de la Salud de la Universidad de San Jorge.

Los científicos no dejan de lanzar advertencias y demostrar los peligros de estos productos, pero ¿por qué nadie interviene ni controla el consumo de esta droga legal? Revenga encuentra un motivo claro: el dinero. “Cuando los directivos de estas empresas se han planteado reducir los compuestos nocivos ven que reducen también los ingresos. Les interesa dar al consumidor lo que este pide: más azúcar, más beneficios. El colmo está en los acuerdos entre hospitales y laboratorios que se dejan financiar por cadenas de comida rápida, colegios que aceptan máquinas de vending porque las marcas les van a construir un polideportivo o el caso más irónico: el Plan Havisa (Hábitos de Vida Saludables), publicitado por el gobierno y financiado por un grupo de empresas de productos procesados. Lo más sangrante es que estos empresarios y políticos no consumen esos productos porque saben los riesgos que conllevan, como se explica en el demoledor libro Adictos a la comida basura del Premio Pulitzer Michael Moss”, afirma Revenga, que en su blog ha denunciado varios casos de esta intoxicación edulcorada y lo asemeja al surrealismo de un hipotético congreso de bomberos financiado por pirómanos.

Impuestos contra el azúcar

¿Qué pueden hacer las familias para evitar este consumo masivo de azúcar? Los nutricionistas encuentran una solución clara: más compras en el mercado de proximidad y menos en el supermercado. Los “alimentos silenciosos”, como frutas, verduras y pescados, no necesitan un etiquetado que justifique su composición. Son la única forma de evitar los compuestos añadidos disimulados que se encuentran en los productos procesados. “En consulta encuentro a madres que me dicen que solo dan un zumo envasado a su hijo para merendar, con la esperanza de que sea sano. ¿Cuánta cantidad de fruta real contiene? Muy poca. No nos podemos dejar engañar. La mejor forma de consumir fruta es a mordiscos o zumos exprimidos en casa. Si a una dieta equilibrada con más verduras añadimos pasta, legumbres y arroz aportaremos el azúcar de lenta absorción que va a garantizar el aporte de energía necesario para los niños. No como los picos de azúcar de todos esos productos artificiales que además tienen poco contenido alimenticio”, explica María Jesús Pascual, pediatra del Hospital Nisa Pardo de Aravaca de Madrid.

Ante la epidemia de obesidad infantil algunos países como México, Francia o Italia han puesto en marcha impuestos elevados sobre productos edulcorados para reducir su consumo. Reino Unido impondrá esta medida a las bebidas azucaradas dentro de dos años. En España estos impuestos ni están ni se les espera por las presiones de la industria alimentaria: el lobby azucarero es más fuerte que la presión social y el compromiso político para proteger la salud de los niños.

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LA IMPORTANCIA DEL PH ALCALINO

 La importancia de tener un pH en sangre ligeramente alcalino, te explicamos todo lo que necesitas para conseguirlo: nutrición, estilo de vida y complementos te ayudarán a crear la mejor versión de ti mism@ y disfrutar de una buena salud.

 

Un artículo de Eva Puerta, Coach de Salud y Nutrición en Flor de Vida
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Como vimos en el artículo anterior, nuestro cuerpo necesita un estado ligeramente alcalino para llevar a cabo todas sus funciones vitales de forma correcta. Y para ello es muy importante ayudar a nuestro organismo a que genere el mínimo residuo tóxico.

Esto, además de ayudarnos a preservar nuestros órganos vitales, retrasará los procesos de envejecimiento. Y esto se nota, por fuera y por dentro.

Claves de nutrición

Alimentos alcalinos ácidos neutros

Alimentos ácidos, alcalinizantes y neutros

Como el pH de nuestra sangre es ligeramente alcalino (tiene más minerales bases) y las propias funciones reguladoras de nuestro cuerpo generan sustancias ácidas, constantemente necesitamos mantener el correcto equilibrio ácido – alcalino del pH.  

Por eso resulta muy importante consumir en nuestra dieta una mayor proporción de alimentos alcalinizantes que acidificantes. Cuando hacemos un consumo excesivo de alimentos acidificantes, se crea un residuo ácido y el pH se acidifica. Recordemos que, un cuerpo ácido no absorbe las vitaminas, los minerales y otros nutrientes esenciales para la vida, le falta oxígeno y satura las vías depurativas de nuestro organismo.

Todos los alimentos que ingerimos se clasifican en la escala de acidez-alcalinidad, en función del residuo que dejan en nuestro torrente sanguíneo, una vez descompuestos (tras los procesos digestivos), que es el momento en que asimilamos los nutrientes. El alimento será más o menos ácido o alcalino en función de los minerales que contiene, y nada tiene que ver con el gusto. Por ejemplo, el limón es ácido, sin embargo es un alimento con un gran poder alcalinizante.

Lo ideal es ingerir un 80 % de alimentos alcalinizantes y un 20 % de alimentos acidificantes.

Alimentos ricos en sodio, potasio, magnesio y calcio son la clave para afrontar el día a día, el estrés, la polución y los excesos alimentarios o de actividad.

Alimentos ácidos

  • proteínas de  origen animal, tales como los pescados, las aves y carnes, los huevos y lácteos
  • alcohol
  • grasas y aceites
  • harinas blancas y cereales refinados
  • productos procesados, como la bollería industrial
  • comidas preparadas

Alimentos alcalinizantes

  • fruta madura
  • verduras de hoja verde (brócoli, espárragos)
  • hojas verdes (de cebada, de avena, de trigo, de alfalfa)
  • germinados
  • ajos y cebollas
  • patatas
  • kuzu
  • algas
  • salsa tamari
  • miso
  • gomasio
  • sal del Himalaya
  • té de tres años
  • quinoa, mijo, trigo sarraceno, espelta
  • limón
  • aceite de oliva, de linaza, de aguacate y de uva (de primera presión en frío y ecológicos)

Alimentos neutros

  • yogurt
  • tofu
  • cereales integrales

¡La forma de cocinar o consumir los alimentos también nos influye!

Ingerir alimentos crudos nos proporciona mayor aportación de nutrientes, vitaminas y minerales, mayor alcalinidad… Por ejemplo, un batido de vegetales crudos es más alcalino que una crema de verduras.

Es por eso que recomiendo consumir altas dosis de alimentos crudos, ecológicos y de proximidad, dejando volar la imaginación, y el paladar, con zumos naturales de frutas, batidos verdes, ensaladas de colores con algas y germinados…

Ejemplo de receta alcalinizante

Ensalada de aguacate, tomate cherry, cebolla lila, germinados de alfalfa, levadura nutricional, semillas de cáñamo y semillas de sésamo aderezada con aceite de lino y sal del Himalaya.

Claves de estilo de vida

Alcalinidad y estilo de vida ejercicio

Ejercicio físico

El sedentarismo también eleva la acidez en sangre. Es recomendable practicar un mínimo de actividad física: de este modo activamos el metabolismo y eliminamos toxinas, mejorando el funcionamiento del organismo.

Equilibrio emocional

El estrés, las emociones fuertes y los pensamientos negativos nos acidifican, dejando toxinas en nuestro organismo.

Podemos apoyarnos con técnicas donde se trabaja el equilibrio del cuerpo-mente, como el Yoga o Pilates, la meditación…o tratarnos con terapias como las Flores del Dr. Bach, la Auriculoterapia o las Sales de Schüssler, que nos ayudan a regular las emociones para poder sanarnos y disfrutar de una vida plena.

Limpieza interior

Los medicamentos, los alimentos con químicos y pesticidas, así como las ondas WIFI, también acidifican y dejan residuos.

Para desintoxicar nuestro organismo podemos recurrir a las plantas medicinales, las algas y alimentos nutritivos como las semillas, que ayuden a nuestros órganos internos a eliminar los residuos tóxicos, para sentirnos vitales y enérgicos.

Complementos alcalinizantes

Podemos apoyarnos con plantas medicinales como el diente de león o la ortiga, el regaliz o la menta, la manzanilla o la melisa

O podemos recurrir a los superalimentos como:

  •  el alga Chlorella, que es el alimento con mayor porcentaje de clorofila del mundo vegetal,  y una fuente excepcional de proteínas, de vitaminas y minerales. Esta alga nos ayuda a desintoxicar nuestros órganos digestivos, los pulmones, los riñones, el hígado y la sangre…
  • la Hierba de Trigo y de Cebada, altamente alcalinizantes también porque son muy ricas en clorofila, además de muchos otros minerales.

Por otro lado, es muy recomendable hacer depuraciones en primavera y otoño con el apoyo de un especialista, para poder desintoxicar nuestro organismo de los excesos del invierno y del verano.

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Las grasas de la dieta mediterránea, un ‘mar de salud’

En los últimos años son innumerables los estudios que han relacionado esta alimentación con la protección a diversas enfermedades, así como un mejor estado de salud. Su acción protectora esta asociada a que los alimentos que la componen son ricos en antioxidantes, fibra, hidratos de carbono complejos, ácidos grasos monoinsaturados, minerales y vitaminas.

La dieta mediterránea, que tradicionalmente se consume en España, es referente de dieta variada, equilibrada y moderada y, por lo tanto, un modelo alimentario saludable que algunos estudios relacionan con una menor prevalencia de algunas enfermedades. En los últimos años son innumerables los estudios que han relacionado esta alimentación con la protección a diversas enfermedades, así como un mejor estado de salud. Su acción protectora esta asociada a que los alimentos que la componen son ricos en antioxidantes, fibra, hidratos de carbono complejos, ácidos grasos monoinsaturados, minerales y vitaminas. Hasta ahora, siempre que se habla de dieta saludable como la mediterránea, se hablaba de restringir las grasas, sin embargo no todas las grasas son iguales, por eso no todas deben limitarse o reducirse en la dieta. Este tipo de alimentación puede, como demuestra una nueva investigación, incluir «una gran cantidad de cierto tipo de grasas». Una revisión de la evidencia disponible sugiere que una dieta mediterránea sin restricciones en el consumo de cierto tipo grasas puede reducir el riesgo de una persona de padecer diabetes, cáncer de mama y eventos cardiovasculares en comparación con otras dietas, como revelan en un artículo sobre su trabajo publicado en la revista ‘Annals of Internal Medicine’. A pesar de los avances en el diagnóstico y el tratamiento, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el cáncer siguen siendo las principales causas de morbilidad y mortalidad en los países desarrollados. Las dietas occidentales típicas, que son elevadas en grasas saturadas, azúcar y granos refinados, se han relacionado con el desarrollo de estas patologías crónicas, pero la limitada evidencia sugiere que una dieta mediterránea, que es esencialmente de origen vegetal, puede ser una opción más saludable. Los autores de este trabajo, expertos del Centro Médico Minneapolis VA, en Estados Unidos, revisaron la evidencia disponible para resumir el efecto de una dieta mediterránea sobre los resultados de salud y evaluar si las poblaciones de América del Norte serían propensas a adherirse a una dieta de este tipo. Dado que no todos definen la dieta mediterránea de la misma manera, los científicos la definieron como una dieta que no tiene ninguna restricción en la ingesta de tipos de grasas, ya que incluye una alta proporción de grasa monoinsaturada y poliisaturada e incorpora las grasas saturadas. Por ejemplo, usando oliva aceite como ingrediente principal de cocción, y con alto contenido de frutas y verduras, alto consumo de legumbres, ingesta elevada de grano y cereales, consumo moderado de vino tinto, consumo moderado de productos lácteos, bajo consumo de carne y productos cárnicos y una mayor ingesta de pescado. Algunos ensayos controlados aleatorios han comparado este tipo de dieta con todos los demás, pero pocos que sugieren que una dieta mediterránea sin restricción de la ingesta de grasa puede estar asociada con una menor incidencia de eventos cardiovasculares, cáncer de mama y diabetes tipo 2. Los investigadores no encontraron estudios que cumplieron los criterios de inclusión para evaluar los resultados de adherencia. Sin embargo, datos de observaciones revelan que la incidencia total del cáncer y la mortalidad y la incidencia del cáncer colorrectal y de pulmón fueron más bajos en las personas con mayor adherencia a la dieta mediterránea en comparación con aquellos con los índices más bajos, pero no muestran asociación entre la adherencia a la dieta mediterránea y el riesgo de cáncer de mama. ep

Fuente: medio ambiente

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Propiedades de los cereales: el trigo sarraceno

El trigo sarraceno es un pseudocereal también conocido como alforfón. En la actualidad, el trigo sarraceno es un alimento que está volviendo a utilizarse y a consumirse de forma habitual por la población. Tiene unas propiedades muy beneficiosas para la salud de las personas ¿Quieres conocer cuáles son los beneficios de consumir habitualmente trigo sarraceno? Continúa leyendo.

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Al igual que el mijo, el trigo sarraceno resulta de interés porque no contiene gluten lo que lo hace perfecto para el consumo de personas celíacas o para aquellas personas que quieran tener una mejor digestión y una correcta absorción de los nutrientes. El alforfón es originario de Asia central, y como ya hemos mencionado, aunque se considera un cereal, pertenece a la familia de las poligonáceas. El alforfón tiene forma triangular y se puede consumir tanto en grano (en ensaladas, por ejemplo) como en forma de harina (ideal para hacer postres dulces).

El trigo sarraceno es un alimento rico en Omega 6 y Omega 3 por lo que se recomienda para bajar los niveles de colesterol y cuidar la salud cardiovascular. Debido a su contenido en fagomina (molécula natural similar a la glucosa), que favorece la disminución de azúcar en sangre, y por tanto, la disminución del apetito. Otros dos nutrientes importantes son el hierro que contiene, que evita un estado de anemia en las personas; y su alto contenido en fibra, que evita el estreñimiento y favorece el buen tránsito intestinal.

En cuanto a vitaminas, está compuesto por las vitaminas B1, B2, B3 y B6 y P, lo que aporta una mejora en la producción de glóbulos rojos, hormonas, proteínas y enzimas. Cuida el sistema nervioso y el sistema circulatorio y fortalece el sistema inmunológico. Además, la presencia de la vitamina P favorece la acción antiinflamatoria y fortalece los capilares sanguíneos, por lo evita la aparición de varices, mejora la circulación, combate la hipertensión y reduce los síntomas de alergias. Finalmente, por su gran aporte en hidratos de carbono, es ideal para deportistas o para cualquier persona que tenga una vida activa.

Como en el anterior post, os dejamos algunas ideas de recetas que podéis elaborar con este pseudocereal.

Hamburguesas de trigo sarraceno y champiñones

recetas-hambuguesa-vegana-vegetariana

Ingredientes para 4 hamburguesas:

  • 1 taza de trigo sarraceno (remojado al menos durante 4 horas)
  • 5 champiñones grandes
  • Harina de almendra (o almendra triturada)
  • 1 cebolla grande
  • 1 diente de ajo
  • 1/2 taza de alga wakame *(opcional)
  • 1 pellizco de cúrcuma
  • Aceite
  • Sal
  • Pimienta

Preparación

Comenzamos poniendo a remojo el alga wakame en un vaso aparte. Mientras tanto, en una sartén, salteamos el ajo y la cebolla y añadimos un poco de sal y pimienta. Dejamos el salteado en la sartén haciéndose durante diez minutos y añadimos al salteado los champiñones cortados. Una vez éstos hayan soltado todo el agua que contienen, saborizamos con cúrcuma y retiramos del fuego.

A continuación, rituramos el trigo sarraceno con el salteado de champiñones y cebolla, el alga wakame escurrida y la harina de almendra. Según la consistencia que obtengamos, podemos ir aligerándola añadiendo leche de arroz de cucharada en cucharada.

Una vez tengamos la pasta lista con el espesor que queremos, calentamos un poco de aceite en la sartén y vamos haciendo montoncitos. Cogemos un molde redondeado para darles la forma y hacemos la forma sobre la sartén. Dejamos pasar unos minutos para que se haga la masa y luego separamos con un cuchillo. Entonces es cuando le podemos dar la vuelta a la hamburguesa para que se haga por el otro lado.

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