Los plásticos que dañan la salud: El Bisfenol-A (o BP)
Como viene ocurriendo desde hace años, un estudio reciente nos vuelve a alertar del peligro de los disruptores endocrinos. Los centros de investigaciones científicas de Francia, República Checa y el CSIC de España, concluyen que “la exposición durante la vida fetal a contaminantes ambientales como los disruptores endocrinos altera la fertilidad masculina durante al menos tres generaciones”.
Como nuestra compañera, Alba Cánovas, nos ha venido informando en los tres primeros números de este año, los disruptores endocrinos (o EDC en inglés), provocan, según centenares de estudios científicos internacionales, alteraciones no sólo en el sistema reproductor, sino también en el neurológico y neuroinmunológico, así como enfermedades metabólicas e incluso cánceres de tiroides, mama, testículos y próstata.
Según un estudio francés, “entramos en contacto con 130 disruptores endocrinos durante las tres comidas del día”.
Uno de ellos es el bisfenol-A (o BPA), presente en el interior de las latas de comida y bebida, los recipientes de plástico, el film transparente y en otros productos cotidianos como los tickets del supermercado, CD’s, DVD’s, empastes, cristales de gafas, carcasas de ordenadores, pinturas y pegamentos… Esta sustancia imita a la hormona estrógeno y altera el sistema endocrino.
En 2011 la UE prohibió el bisfenol-A de los biberones infantiles. Pero ahí quedó la cosa. Los lobbies de la industria del plástico se encargan de presionar y se aferran ahora al polémico tratado TTIP negociado en secreto entre EEUU y la UE, para retrasar una legislación al respecto. Como denuncia David Michaels en su libro “La duda es su producto: Cómo los asaltos de la industria sobre la ciencia amenazan su salud”, se pagan estudios pseudocientíficos para crear la apariencia falsa de que hay controversia científica sobre temas en los que, realmente, no la hay. Esto ha ocurrido con el bisfenol-A y con el tritán, material que la industria sacó como sustituto no-nocivo del policarbonato (PC) y que diversos estudios científicos independientes de EEUU han demostrado que es más estrogénico.
Únicamente Francia parece haber tomado en serio este tema y en 2012, aprobó una ley que prohíbe el bisfenol A en TODOS los materiales, envases y recipientes que puedan estar en contacto con alimentos, sea cual sea la edad de las personas a las que estén destinados. La OMS y la ONU advertían un año más tarde que, los disruptores endocrinos representan una “amenaza global que necesita ser respondida”. Y es que los diversos estudios concluyen que produce, entre otras cosas, cambios en el comportamiento, hiperactividad, agresividad, diabetes y obesidad, pubertad temprana, reducción de la cantidad de esperma y ovocitos, abortos espontáneos…
El 95 % de los ciudadanos de países occidentales contienen niveles de bisfenol-A en su sangre. Un 99% nos llega a través de la alimentación y es a través de la alimentación de las madres como llega a los fetos, el grupo más vulnerable. Los estudios han detectado que, el bisfenol-A, se encuentra en mayor concentración en los fetos que en las madres.
Lo más recomendable sería utilizar envases de vidrio para calentar, almacenar y conservar los alimentos, pero, por lo menos, debemos distinguir los tipos de plásticos que tenemos en casa y evitar los más perjudiciales. Generalmente llevan un símbolo de reciclaje con una numeración del 1 al 7 dentro y unas letras:
A evitar: El policloruro de vinilo (PVC con código 3), las resinas epoxi (en el interior de latas de conserva y refrescos y en la tapas de botes y botellas de vidrio) y muchos policarbonatos (PC con código 7), contienen bisfenol-A. El poliestireno (PE código 6) libera estirenos cuando se calienta.
Los más seguros serían los de código 2 (PEAD), 4 (PDBD) y 5 (PP)
Existe controversia sobre si las botellas de agua y refresco con código PET(1), transmiten o no bisfenol-A al agua. En cualquier caso no se han de reutilizar ni exponer a temperaturas altas.
Además del tipo de plástico tendremos en cuenta: el estado del recipiente (si está dañado), el tiempo de contacto y la temperatura de los alimentos (en ambos casos cuanto más, mayor contaminación de sustancia pasa al alimento) y el ph del alimento (evitar especialmente los alimentos ácidos y las bebidas carbonatadas).
Liberación de sustancias químicas en los plásticos alimentarios
Autora: Marta Gandarillas, periodista