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La dieta es la clave para tener una buena salud física

El ejercicio es una de las dos o tres claves para que las personas consigan tener una buena salud física y mental. Sin embargo, no es la más importante, como se nos ha hecho creer. La clave para evitar la obesidad, problemas intestinales, alergias e intolerancias es cuidar la salud a través de una buena alimentación.

Es el exceso de azúcar y de carbohidratos simples que ingerimos lo que está detrás del aumento de obesidad de la población. Por tanto, no es el ejercicio. El ejercicio es una parte fundamental para mantener a raya enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la demencia, pero las dietas hipercalóricas son las máximas responsables del aumento de nuestro peso.

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En los últimos 30 años la obesidad se ha disparado y los niveles de actividad física en la población occidental se han mantenido. Esto hace que la causa de la obesidad señale a una inadecuada alimentación y no a la falta de actividad física. Sin embargo, la obesidad solo es la punta del iceberg cuando hablamos de las consecuencias de una mala alimentación. De hecho, que una alimentación poco saludable es la causante de muchas enfermedades es un hecho que pasa desapercibido a la mayor parte de la población, y lo que es más grave, a aquellas personas de la sociedad que podrían ayudar a difundir el peligro de una alimentación incorrecta; esto es, médicos, políticos, periodistas, etc.

En lugar de un mensaje basado en un cambio en los hábitos de alimentación, se difunde el mensaje de mantener un peso saludable a través de una dieta hipocalórica, basada en una bajada de la ingesta de las calorías. Sin embargo, no se incide en que no es tan importante la bajada de calorías como de que nutriente vienen esas calorías. Si las calorías que ingerimos provienen de alimentos o productos con un alto contenido en azúcares simples, nuestro cuerpo tiende a almacenar esos hidratos de carbono que no quemamos en forma de grasa. Además, esto provocará un pico de insulina durante el cuál nos sentiremos satisfechos. El problema es que cuando los niveles de azúcar en sangre disminuyan -lo que ocurre poco tiempo después de ingerir carbohidratos simples-, volveremos a tener hambre y a querer ingerir más azúcares, con lo cual, acabaremos consumiendo más calorías de las que necesita nuestro cuerpo.
En cambio, si las calorías provienen de las proteínas, nuestro cuerpo las asimilará y permitirá que nuestros músculos se nutran y crezcan. Sin embargo, no debemos sobrepasarnos tampoco en nuestro consumo de proteínas hará que el riñón trabaje en exceso y a la larga, pueda tener consecuencias negativas. Y por último, las calorías también pueden provenir de las grasas. Las calorías de las grasas, al contrario de lo que se ha establecido en la sociedad, induce a plenitud y saciedad.
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Un análisis publicado en PLoS One, reveló que por cada 150 calorías de azúcar de más que ingerimos, se produce un aumento de casi 11 veces en la prevalencia de diabetes tipo 2 en comparación con las mismas calorías obtenidas a través de la grasa o la proteína. Y ello, independientemente de la actividad física y del peso de la persona. De hecho, un trabajo publicado en Nutrition concluyó que una restricción de carbohidratos en la dieta es la fórmula más eficaz para reducir la aparición del síndrome metábolico. El síndrome metabolico es el conjunto de factores que pueden darse en una persona (como resistencia a la insulina, obesidad, etc.), y que pueden causar enfermedades cardiovasculares o diabetes.

Esto no quiere decir que los carbohidratos deban desaparecer de nuestra alimentación, pero no debemos abusar de ellos. Los carbohidratos son esenciales para aquellas personas que practican deporte habitualmente, sobre todo para deportistas que hacen una práctica intensa del mismo. Sin embargo, recientemente, se ha alzado una nueva corriente que aboga por una dieta con un alto contenido en grasas. Es lo que se conoce como la dieta cetogénica. La dieta cetogénica consiste en reducir la ingesta de carbohidratos al mínimo y aumentar la ingesta de grasas. De esta forma, el cuerpo entra en un estado cetogénico en el que, para mantener activo el organismo, tira de la grasa y no de los hidratos, con lo cual, al hacer ejercicio se quema directamente de la grasa porque no hay glucógeno del que alimentarse.

Por tano, los mensajes saludables difundidos por la industria de la alimentación deben cambiar. Pero no solo eso, también hay que educar a la población sobre sus hábitos alimenticios y los efectos de una mala alimentación para la salud. Si se mejora el entorno alimentario de las personas, éstas tomarán decisiones individuales que favorecerán su salud física.

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